Cuando amar se convierte en algo enfermizo

Alguna vez habremos oído a alguien decir sobre su pareja “es mi vida… no sabría que hacer si él/ella no estuviera”. Y ciertamente lo sienten así, cuando él/ella falta, tienen ansiedad que sólo se les pasa cuando su pareja esta físicamente a su lado.

Algunas formas de amar, de vivir un amor, puede llegar a destruirnos porque nos ahogan, nos quitan libertad y lo que es peor, se la quitan también a la otra persona. Se vive como una adicción, la otra persona se convierte en nuestra droga.

A veces después de mucho tiempo, la persona adicta puede abrir los ojos y sentir que le han engañado, que realmente la persona de la que se enamoró tan ciegamente no es la persona que está ahora mismo a su lado. Y ese autoengaño se lo ha hecho él/ella misma. En ocasiones les ocurre a personas que han sufrido una pérdida y lo quieren suplir con ese enamoramiento ciego.

Se crea una relación de dependencia hacia la otra persona, que es enfermizo. No quieren sufrir otra vez ese “abandono” y se agarran a la pareja como si fuera un salva vidas. Esto puede llevar a la persona a anularse, a humillarse para tener a la otra persona siempre contenta, etc.

Y claro, la persona que convive con alguien que lleva su enamoramiento/amor, a esos extremos, siente que vive con un enfermo que necesita atención constante. Sienten que viven con un vampiro emocional. No pueden hacer nada sol@s porque su pareja quiere estar con ellos constantemente. Lo que provocará agobio y rechazo, finalmente. Justo lo que no querrían, pero no pueden evitar.

Estos problemas los arrastran personas que en la niñez tuvieron carencias o pérdidas, y que no tuvieron una educación adecuada para gestionar dichas carencias. Lo que has vivido en la niñez ya no lo puedes arreglar, pero sí el que tienes ahora: busca ayuda profesional antes de hacer huir a tu pareja. También hay libros que hablan sobre estos temas que pueden ayudarte, por ejemplo: “La familia y el desarrollo del individuo” de Donald W. Winnicott.

Una vez escuché un dicho muy curioso “en una pareja, siempre hay uno que ama más que el otro y el que menos ama, es el que más manda”.

  Estoy muy de acuerdo con ésta última frase. Yo diría que, en cualquier relación, el que más interesado está en un determinado objetivo es el que más dispuesto está a sacrificarse para conseguirlo.

  Si el otro carece de escrúpulos, puede aprovecharse de la situación y abusar del primero, de su falta de autoestima.

  Es habitual ver cómo los jefes abusan de sus empleados; cómo el líder de un grupo de amigos, el que tiene más carisma, está rodeado de los demás, que están deseando su aprobación.

Maslow distingue la estima baja (el respeto del grupo) y la
alta (el respeto a uno mismo).La carencia de ambas provoca
baja autoestima y complejo de inferioridad.

  La necesidad de sentirse deseado, querido o apreciado es un rasgo general de la conducta humana.
  Como podemos ver en la pirámide de Maslow,  una vez cubiertas las necesidades de supervivencia física, la pertenencia a un grupo y el reconocimiento de éste son fundamentales en el ser humano.

  También el líder necesita la aprobación y el respeto constante de su grupo, pero dispone de las herramientas para conseguirlo sin dificultad. Le es más difícil al resto, que deben intentar ser más ocurrentes, más divertidos, más inteligentes o más capaces para "venderse" ante el resto.

  Respecto a los vampiros emocionales, yo diría que es un desequilibrio mental, probablemente causado por la baja autoestima y que debe ser superado a base de confianza en uno mismo, reconociendo sus puntos fuertes e intentando reducir los débiles.

  Lo más habitual es que, en una pareja, cada uno disponga de varias habilidades que son útiles a ambos, de manera que, en determinados temas, uno toma la iniciativa, y el otro le sigue, confiando en su buen criterio y su experiencia. En otros temas, la situación se invierte.

Cada miembro de la pareja aporta
sus fortalezas para el
bienestar común

  Hasta aquí, todo va bien, la pareja es complementaria y ambos se necesitan porque de ese modo, pueden conseguir sus objetivos comunes. Aunque el equilibrio perfecto es imposible, tampoco es necesario, porque basta con que ambos tengan la sensación de ser útiles, y que el otro también lo es, sin detenerse a calcular "porcentajes de relevancia".

  En la pareja tradicional, los roles estaban muy marcados: uno proveía a la familia de recursos materiales y el otro aportaba los emocionales. Hoy en día, ambos pueden dar lo mejor de sí mismos en ambas facetas; eso reforzará la pareja y mejorará la satisfacción de ambos.


¿qué opinas tú? Comenta y lee los comentarios de otros lectores
(no es necesario registro).