
Hay un método que utilizo a menudo durante las charlas con otras personas, y creo que da buenos resultados, tanto para evitar discusiones, como para ser más persuasivo.
Es cierto que "dos no discuten si uno no quiere", y para "no querer" de forma asertiva, es decir, sin renunciar a tus derechos sin "agredir" al otro, conviene entrenarse.
En la jungla a menudo estoy rodeado únicamente de animalitos con los que sólo puedo practicar las técnicas del "encantador de perros", pero cuando viene por el poblado una excursión del INSERSO, aprovecho para darle a la lengua y probar estas técnicas…
Yo siempre digo que "hay que dejar al otro una salida honrosa" cuando estás discutiendo con otra persona. Si quieres hacerle ver que está en un error, no puedes atacarle indicándole constantemente que lo ha hecho mal, porque a nadie nos agrada que nos "canten las 40", e instintivamente reaccionaremos de forma negativa.
Si queremos su cooperación, deja que el otro pueda darte la razón sin que quede como una derrota. Para ello, puedes indicar algún fallo en los datos en los que basó su decisión, un cambio de situación que ya no avala su postura inicial, etc..
Es decir, no le acusas de equivocarse; de hecho compartes su decisión, basándose en la información incompleta o incorrecta de que disponía. Pero a la luz de los nuevos datos, hay que modificar la postura. Eso le da una vía de escape sin obligarle a reconocer que se ha equivocado.
Pero claro, a veces serás tú el que tenga que dar marcha atrás (no estoy hablando ahora del coito, Jane). En ese caso, permite que las ideas ajenas te empapen cual monzón (bueno, no tanto), y una vez que las has comprendido (pregunta lo que no comprendas), busca una vía que incorpore los argumentos de ambos, y presenta la conclusión como un logro de ambos.
No olvidemos que antes de aprender a hablar hay que aprender a escuchar, pero eso es otro tema que habrá que dejar para otra ocasión...
Las teorías son maravillosas, otra cosa es la práctica. Si uno esta en un momento tranquilo del día, hablar sobre algo no supone problema alguno.
Cuándo es una discusión? pues básicamente cuando se han ido acumulando cosas y explotas. Entonces sueltas lo primero que me viene a la cabeza y te quedas tan a gusto, aunque a la larga, termines reconociendo después, que te pasaste y pediste disculpas.
Pero de momento has disparado la artillería y ¿la otra persona que hace? Pues lo lógico: una mezcla entre defenderse y disparar lo que tiene de munición.
Esa teoría es perfecta, siempre y cuando, no se ponga en práctica cuando estas en una discusión gorda, se puede aplicar después, cuando los ánimos están mas tranquilos, pausados y volvemos a ser seres razonables. Pero mientras estas discutiendo, lo irracional prima, por mucho que nos pese después y por muy buenos consejos que nos hayan dado para evitar llegar a ese punto. También influye el carácter de la persona. Evidentemente una persona tranquila tendrá mas aguante y mas facilidad para razonar en momentos tensos, que alguien nervioso y pasional.
Pronto más técnicas para parejas:
Interesante post, de difícil aplicación por otro lado, pues a lo que comentáis se une al fragor y calor del momento, pero eso algunos psicólogos sugieren aplazar ciertas discusiones "delicadas" para cuando el ambiente se enfríe y hablar las cosas calmada y sosegadamente, sin que lleguemos a un momento del que arrepentirnos por lo dicho/hecho.
ResponderEliminarSaludos
Jane: me ha gustado tu metáfora del "tiroteo". El problema es que no nos damos cuenta de que nuestra pareja no es EL ENEMIGO. Al contrario, es la persona con la que intentamos sobreponernos a los problemas que nos acosan desde fuera.
ResponderEliminarSi somos capaces de ver a nuestra pareja como a un aliado en vez de como a un competidor, será más fácil remar en la misma dirección.
Anónimo: Estoy contigo en que hay cosas que hay que tratar "en frío", porque en caliente los enfados impiden ver con claridad.
Eso sí, a veces cuando se pasa el enfado, preferimos no remover el tema y pasar página, pero al final lo que ocurre es que se acumula en el "saco de agravios", que va llenándose hasta explotar.