En realidad, el término viene de Afrodita, la Diosa griega del Amor (Venus para los romanos). Y un afrodisíaco es cualquier sustancia en teoría capaz de aumentar la excitación o el deseo sexual.
Las ostras son un afrodisíaco clásico (probablemente por su elevado precio). |
En el libro “Sex Machine, la ciencia explora la sexualidad”, de Edouard Launet, del que ya hemos comentado nuestro artículo “¿en qué piensas cuando haces el amor?”, aparece una curiosa lista de ingredientes afrodisíacos, anotados por Plinio el Viejo, que supuestamente eran utilizados en la civilización clásica romana.
- hiel de jabalí
- médula de cerdo
- sebo de burro mezclado con grasa de ganso
- fluidos de una yegua tras la monta
- testículos de caballo secos desmigados en la bebida
- testículo derecho de burro en el vino o en una pulsera
- espuma de burro recogida en un tejido rosa tras la monta y conservada en un medallón de plata
- friccionarse la verga con aceite hirviendo en el que se ha sumergido previamente siete veces una verga de burro
No se puede decir que la lista sea corta, pero sí muy poco tranquilizante.
La Wikipedia añade algunos supuestos afrodisíacos de tradición cultural:
- los mariscos
- el borojó
- el guaraná
- el chontaduro
- los nidos de golondrinas
- el semen de animales
- los cuernos de rinoceronte
- el picante de bachaco culón catara del Amazonas
- el ginseng (una raíz china) que contiene péptidos que podrían mejorar el bienestar general y la función eréctil.
Ya sabéis: el mejor afrodisíaco es cautivar y seducir al otro, y, por lo que más queráis, ni se os ocurra probar las recetas anteriores.
Supongo que Plinio el Viejo estaría más curtido en batallas sexuales que Plinio el Joven, y seguramente necesitaría más los afrodisíacos para elevar su libido.
Pero para nuestra mentalidad moderna, incluso para la mía de la jungla, eso del “sebo de burro mezclado con grasa de ganso”, no lo consideramos útil ni para engrasar un engranaje.
Antes que en los testículos de cuadrúpedo en la bebida, confiamos en un buen cubata o gin tonic con música adecuada y una conversación convenientemente dirigida.
Y desde luego, frotarse el pene con aceite hirviendo, sea de oliva o de girasol, o entra en nuestros planes, por muy desesperados que estemos y por muchas cajas de preservativos que se nos hayan caducado.
A mi mujer le costó ponérmelos: ¡que nadie se atreva a quitármelo! |
(no es necesario registro).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias por tus comentarios.
Te agradecemos ser respetuoso/a con todos los participantes y visitantes.
Por favor, indica tu nombre (o apodo), que queda mucho mejor que "anónimo".