¿En qué piensas mientras haces el amor?

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  En el libro “Sex Machine: la ciencia explora la sexualidad” de Édouard Launet, podemos encontrar una serie de curiosas investigaciones científicas relacionadas con la sexualidad humana.

  Una de ellas, relatada en el capítulo 41, titulado “Distracción Fatal”, se refiere a lo que pensamos mientras estamos en plena actividad sexual.
  Siempre digo que las encuestas sobre sexo (y las estadísticas) tienen el problema de la fiabilidad: el encuestado probablemente miente bastante cuando habla de su propia actividad sexual, por chulear, por pudor o por lo que sea. Pero en todo caso, nos aporta una excusa para tratar un tema interesante.

  En 2005, dos psicólogas de la Universidad de Waterloo (Ontario, Canadá), preguntaron a un centenar de estudiantes cuáles eran sus “pensamientos sin contenido erótico” durante la actividad sexual.

  Las investigadoras catalogaron las 345 diferentes respuestas (era respuesta múltiple) en 10 grandes grupos:
  1. Intrusión: miedo a que alguien aparezca en la sala
  2. Inquietud por el propio cuerpo: preocupación por el olor corporal, el aspecto… ¿seré guap@? ¿estaré buen@?
  3. Riesgos: Enfermedades de transmisión sexual, embarazo no deseado…
  4. Emoción/Relación: ¿realmente me quiere?
  5. Moral/Culpa/Remordimiento: ¿qué estoy haciendo?
  6. Asco: por la actividad sexual en sí
  7. Distracción: entretenerse pensando en el trabajo, los niños, la hipoteca, el fútbol, los famosos…
  8. Pensar en otros: por ejemplo, una expareja
  9. Rendimiento: ¿estaré a la altura?
  10. Pensamientos incalificables: cualquier otro que no encaje en las categorías anteriores.

Fernando Alonso mirando tetas  Los resultados se publicaron en “The Journal of Sex Research” (vol 43, nº 2). Al parecer, hombres y mujeres tienen una media de 4 pensamientos no eróticos en cada relación sexual.

  Lo que despista a mujeres y a hombres es diferente; Indicamos a continuación las respuestas más usuales, ordenadas de mayor a menor frecuencia:
Mujeres:
  1. ETS/embarazo
  2. Intrusión
  3. Inquietud por el cuerpo
Hombres:
  1. Rendimiento
  2. ETS/embarazo
  3. Pensamientos incalificables

  Sólo 2 mujeres y 5 hombres de los 100 encuestados afirmaron no ser distraídos por pensamientos “parásitos” durante el sexo.

  Las investigadoras consideraron que es necesario seguir investigando sobre este tema. Para mí, sería conveniente una muestra más numerosa, ampliando el rango de edades, ámbito social y otras características de los encuestados.
  Los datos resultantes podrían ser reveladores de qué nos preocupa tanto como para no concentrarnos en una actividad tan presuntamente absorbente como la práctica del sexo.

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  Desde luego, que mientras echáis un polvo tu pareja esté pensando en si ha pagado la factura del gas natural, si hay que comprar lechuga y tomates para la ensalada, o si el Barça ganará la Champions, no es lo más sugerente que uno puede pensar en un momento tan íntimo.

  Si en realidad el momento no es tan íntimo, porque estáis retozando en los asientos de atrás del coche o del cine, o en una habitación de la casa paterna, es normal que el temor por la “intrusión” aparezca en el 2º lugar de las preocupaciones no eróticas del acto sexual.

esposas en cama
  Pensar en el trabajo puede ser el peor de los afrodisíacos, en especial si uno es contable o barrendero.
  Pero ¿qué ocurre si uno es policía y usa las esposas en la cama sin intención de llevar al detenido ante el juez? ¿Le recordará a aquel ladrón al que no pudieron probar nada, o, por el contrario será en el trabajo cuando le salga una sonrisilla cada vez que atrape a un sospechoso?

  Porque digo yo que esto de las distracciones puede funcionar en ambas direcciones: ¿piensas en el sexo cuando debías estar concentrado en otras tareas?.
  Conducir un vehículo requiere toda nuestra concentración, y una situación como la que vemos en la imagen de la derecha puede causar más de un susto e incluso un accidente.

  Parece que la tercera preocupación no erótica de las mujeres mientras practican sexo es la inquietud por el propio cuerpo.
  Eso encaja con la acentuada inquietud por la propia imagen de las chicas de todas las edades, y explicaría las obsesiones por adelgazar, la operación bikini y las anorexias.

motoristas mirando chica en bikini
  Vivimos en un mundo obsesionado por el aspecto físico, donde los cánones de belleza son más bien cañones que disparan a la línea de flotación de nuestra autoestima (sobre todo si nuestra curva de la felicidad tiene el aspecto de un flotador)

  Incluso más preocupante es el hecho de que ocupen las primeras posiciones los temores ante embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual. A estas alturas, con la ingente cantidad de información de calidad disponible en Internet y las bibliotecas públicas sobre sexualidad, uno se espera que los jóvenes puedan liberarse de tales miedos.

  Si quieres disfrutar del sexo sin estar concentrado en los riesgos, basta que uses medidas de protección: los anticonceptivos te protegen de embarazos no deseados, y los preservativos impiden que te contagies de ETS.

  Así de sencillo. Demasiado es que tengas que estar pendiente de si le gustaré, si lo hago bien o si parezco un novato, si se me nota mucho la celulitis o de contener la respiración para que no destaque la barriga cervecera. Al menos puedes despejar fácilmente los temores sobre riesgos físicos poniendo los medios de protección adecuados.

  Y no puedo terminar mi opinión sin comentar la principal distracción de los varones: el temor al bajo rendimiento sexual.

  Los chicos no estamos tan obsesionados por nuestro aspecto físico como lo están las chicas. Al fin y al cabo, “el hombre y el oso, cuanto más feo, más hermoso”, aunque esta máxima está perdiendo valor a marchas agigantadas.

  Pero sí que parecemos mantener la vieja creencia de que nosotros somos los que tenemos que dirigir la relación sexual, tener más experiencia que las mujeres y, lo que es algo más moderno: demostrar nuestra capacidad de hacerlas disfrutar y conseguir los 40.000 orgasmos seguidos que cualquier novato debería ser capaz de extraer de cualquier hembra sana.

  Así pues, esta pretensión, más propia de la explotación minera industrial que de una relación afectivo-sexual equilibrada, acaba consiguiendo que el actor principal no reciba el Oscar por despistarse en pleno rodaje.
  Tanto temor y preocupación consigue, pues, el efecto contrario, y el que quería salir a hombros por la puerta grande, termina recibiendo bronca y pitos.


Vamos a ver, cualquier cosa que se haga, si uno se distrae pensando en algo que no tiene que ver con lo que se esta haciendo, suele desembocar en que lo que se hace termina mal hecho. Pasa con todo. Algunas tareas requieren más concentración que otras, eso desde luego. Un neurocirujano que se distrae en una operación de un tumor cerebral, puede tener resultados nefastos, pero si se distrae el fontanero poniendo un grifo, la solución al problema creado por esa distracción, será más fácil.
En el sexo si te distraes es que seguramente lo tendrás que dejar para otro rato, porque él perderá la erección y ella la lubricación y sin ambas cosas, es complicado hacer nada.
A veces no se puede controlar lo que te pasa por la cabeza, sobre todo si tienes unos días estresantes o muchos problemas fuera de esa cama.
A nosotras nos preocupa la imagen, desde el momento que vosotros os quedáis mirando cualquier cosa cuando vais por la calle. Ante alguien con problemas de imagen, inseguro, eso le puede dar una señal de "no le gustare suficiente... me vera con barriga... celulitis???". ¡Somos tontas!. Porque no veis ni la mitad de defectos que nos vemos nosotras. Sois mucho más agradecidos a nivel visual de lo que nosotras suponemos. Nos castigamos nosotras mismas sin razón y sin argumentos. Con los años vas aprendiendo a desconectar más de estas cosas y dejas de distraerte con cosas como "¿le gustaré?".
Nosotras también tenemos ojos en la cara, también nos gusta recrearnos la vista, pero nos excita más el conjunto de la persona que solo el físico. No vamos evaluando vuestras proezas en la cama cual juez de una competición deportiva. Si una vez sale mal o no sale, se prueba en otro momento. Pero eso os pesa lo suficiente para que la siguiente os distraigáis con "¿y si vuelvo a fallar?".
Lo de "el hombre y el oso...", no os engañéis, es un pobre consuelo, a nosotras también nos gusta disfrutar de un buen cuerpo, una buena tableta de chocolate ummmm tiene su aquel. Otra cosa es que haya por ahí fuera de los anuncios de colonias.



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