En el nº 3 de la Revista Quo, leemos un interesante artículo sobre cómo afecta el stress al deseo sexual.
Según sus redactores, cada vez más personas se quejan de haber perdido su apetito sexual. Por ejemplo, una mujer decía que siempre llegaba a casa cansada y sin ganas de hacer nada.
En Alemania, el 70% de las parejas consultadas afirma que “el estrés ha frenado sus impulsos sexuales”. En España, cada vez más personas acuden a especialistas pidiendo ayuda para afrontar su angustia, agotamiento y falta de deseo sexual.
La sexóloga Pilar Cristóbal indica: “Cuando las tareas intelectuales ocupan las energías de nuestra mente, no hay sitio para el apetito sexual; se adormece”.
La psicóloga Isabel Álvarez afirma que el estrés no mata el deseo, sino que desvía nuestra atención: “El apetito sexual no desaparece realmente: lo que ocurre es que dirigimos nuestro interés, tiempo y motivación hacia otras cosas”.
Hay dos tipos de estrés: por exceso y por defecto. El primero lo sufren más los profesionales entre 30 y 40 años presionados por las responsabilidades laborales.
Por otro lado, entre los 40 y los 50 años se puede sufrir un estrés por defecto debido al “aburrimiento, la soledad, la falta de estímulos o la ansiedad”.
El paro, que en España alcanza a 5 millones de personas (el 20% de la población), también agrava el problema, disminuyendo el apetito sexual, sobre todo de los hombres.
Curiosamente, existe también el estrés positivo (eustress), que puede tener el efecto contrario, en aquellas personas que son capaces de asumir la tensión y utilizar el sexo como un “calmante de la ansiedad acumulada”.
Se ha denominado “efecto Kennedy” a esa reacción, refiriéndose a la gran actividad sexual del presidente norteamericano, conocido por sus numerosas infidelidades en la misma Casa Blanca, con diversas actrices y modelos, algunas a sueldo de la mafia. La famosísima actriz Marilyn Monroe, icono sexual por excelencia de varias generaciones, también sucumbió ante la atracción del popular presidente.
Causas del bajo apetito sexual
Entre los factores que pueden reducir el deseo sexual, los expertos citan las siguientes:
- Esperar demasiado de la pareja. Si tenemos expectativas demasiado altas, podemos terminar perdiendo el interés.
A veces, las parejas que se pelean a menudo sienten un mayor deseo. - Sobrecarga de estímulos sexuales. El sexo está demasiado presente en los medios de comunicación: las películas y series de TV lo tratan continuamente, muchos videoclips parecen pases de modelos con ropa sexy, las revistas de mujeres y de hombres comentan cómo hacerlo…
- La maternidad centra el interés en el bebé. Las parejas con hijos notan una fuerte reducción del deseo sexual en los primeros meses desde el nacimiento. La mujer siente un poderoso vínculo con el recién nacido que sustituye su rol de amante por el de madre.
¿Cómo recuperar el deseo?
Existen diferentes terapias que pueden renacer el apetito sexual perdido:
- Terapia de relajación: reduce el estrés mediante ejercicios como los que propone Angelika Wagnerlink: coger un melocotón, observarlo, olerlo, tocarlo y saborearlo. Concentrarse en las sensaciones puede anular la ansiedad, y el deseo vuelve.
- Terapia de construcción de tiempos: La mitad de las parejas mejora su deseo recuperando la fase de cortejo. Se prohíbe el coito durante un tiempo, mientras se potencia la relación, los sentimientos y el juego.
- Terapia de recuperación del propio yo: potencia la sensibilidad, la autoconfianza y nos aporta herramientas para expresar nuestros sentimientos. La psicóloga Isabel Álvarez afirma; “Cultiva nuestra propia personalidad y dejar de pensar que es la otra persona la que tiene que llenar nuestros huecos”.
La unión de sobrecarga de imágenes y contenidos sexys con el fallo de tener demasiadas expectativas hacia la propia relación de pareja puede ser mortal para el deseo.
Los cánones de belleza inasequibles para el 90% de la población, pero omnipresentes en la publicidad, reducen las posibilidades de excitarse con una pareja mortal.
Todos sabemos que los retoques fotográficos (el famoso PhotoShop) han eliminado todos los defectos y han mejorado las virtudes de los cuerpos de las portadas. Incluso las actrices tienen dobles de piernas, de culo o de lo que haga falta. Además, un buen maquillaje, ropa y tratamiento de la iluminación consiguen que el menos agraciado/a parezca un auténtico bellezón.
Sin embargo, cuando vemos a nuestra pareja recién levantada, echamos de menos el glamour que acompaña a los personajes de films y novelas. Está claro que son ficticios, pero el efecto es inconsciente. En un mundo consumista y de culto a la imagen, no alcanzar los ideales produce frustración.
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