¿Somos más infieles las mujeres? 2

  Por cuestiones familiares no he podido responder antes al artículo de Jane sobre si las mujeres son más infieles que los hombres, así que lo hago ahora en otra entrada:

 

La Infidelidad es hoy más fácil

De lo que no creo que haya duda es que las mujeres sois más infieles ahora que hace 2 ó 3 décadas.

  La incorporación de la mujer al trabajo ha facilitado su independencia económica, sus oportunidades para conocer gente fuera del entorno familiar (ver sexo y amor en el trabajo), su autoestima y un menor miedo a quedarse sola y desamparada en la vida.

 

  Todos esos factores hacen que sea más fácil rehacer sus vidas, no permanecer atada a un hombre cuando la relación no le gratifica. Por eso les es menos gravoso arriesgarse a ser descubiertas cuando deciden ser infieles.

 

  Además, Internet facilita mucho el contacto entre personas que desean aventuras rápidas y sin compromisos. En los próximos días, Jane publicará una serie de artículos sobre el tema.

 

¿Por qué somos infieles?

  Supongo que cuando la relación de pareja está en buen estado, y ambos gozan de una vida sexual placentera y gratificante, ni se plantean ser infieles.

 

  En cambio, las estadísticas nos dicen que entre el 30 y el 40% de la mujeres tienen deseo sexual inhibido (DSI), pero sólo un 14% de los hombres presentan esa misma tendencia.

 

  Por tanto, un buen número de parejas heterosexuales están sufriendo una discrepancia de necesidad de contacto sexual que está afectando negativamente a su relación.

 

  Y, por supuesto, favoreciendo que el que no tiene DSI busque fuera de la pareja el sexo que le falta en casa.

  Puede ser el único modo de sentirse deseado, de saber que alguien le reconoce su capacidad de dar placer.

 

  A esta tropa habría que añadir el porcentaje de mujeres que no alcanzan orgasmos con su pareja, y que esperan conseguirlos con un amante más experimentado o más generoso.

 

  Y los que tienen sexo con su pareja con la frecuencia deseada, pero de modo rutinario, y están buscando salir de la monotonía, añadiendo nuevas experiencias, nuevos cuerpos, y nuevas sensaciones.

 

  Sin olvidar a los que sienten el espíritu del cazador, del coleccionista de amantes, del seductor/a que desea añadir muescas a su revólver.

 

El infiel que sólo busca sexo

  Un dato curioso que apunta Jane es que muchos infieles sólo quieren una aventura, una experiencia nueva y excitante, que no acarree compromisos ni le obligue a “soportar” la fase post-limerencia de la relación, donde cada beso ya no es mágico y cada caricia de tu pareja ya no te desmaya.

 

  Claro, puede ser un lujo disfrutar una y otra vez de la seducción, de la caza, del descubrir un nuevo cuerpo y de realizar prácticas sexuales menos convencionales de las que tu pareja no quiere ni oír hablar.

 

  Y todo ello sin perder el cariño, el apoyo y todas las ventajas de mantener una relación estable.

 

  Me parecen muy bien las parejas abiertas, en las que ambos acuerdan darse libertad para tener relaciones con terceros, aunque quizá después descubran que no les resulta tan fácil como esperaban. Pero en todo caso, si no hay engaño y si ambos están de acuerdo, es una opción perfectamente válida.

 

  El problema de la infidelidad es que, si es descubierta, causa gran dolor al engañado, arriesga la relación, puede suponer el alejamiento de los hijos, etc…

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