Hace unos días hablábamos de las rupturas de pareja debidas al síndrome postvacacional. En el nº 103 de la revista Consejos de tu farmacéutico también comentan cómo superar una crisis en la relación:
La mujer suele ser la que decide la separación
En su libro “Separase civilizadamente”, el psiquiatra Paulino Castells escribe:“[…] la decisión de separarse rara vez ocurre por mutuo consenso,en especial en la familia con hijos. […] la iniciativa, o como mínimo, la decisión final, corre a cargo mayoritariamente, de las féminas.”En 3 de cada 4 casos, son ellas las que deciden terminar el matrimonio, a lo que se oponen la mitad de los maridos.
Pero muchas (hasta un tercio) de las mujeres se opone a la separación, “incluidas las que ven en esta medida una solución a sus problemas matrimoniales”.
Así que son ellas las que mayoritariamente (75%) toman la decisión de separarse. Yo diría que son casi siempre ellas las que deciden si la relación comienza, hasta dónde llegará y a qué ritmo, y, por tanto, es normal que también sean las que den la orden de “punto y final”.
No quieren separarse aunque sepan que es lo mejor
Lo que más me ha llamado la atención es que, en ese tercio que no desean la ruptura, se incluyan las que creen que separarse mejoraría la situación.
Resulta curioso que les cueste tanto aceptar la decisión que ellas mismas consideran acertada. ¿Es por romanticismo? ¿Por creencias religiosas (lo que Dios ha unido, que no lo separe el juez)? ¿Por el drama para los hijos? ¿Por la imposibilidad de mantener 2 viviendas en plena crisis económica?
Si me permitís la osadía, diré que, aparte de alguna de las anteriores causas (o una mezcla de ellas), la razón principal se debe a lo que comentamos antes: lo malo no es separarse; el problema es que haya sido el hombre el que lo haya decidido.
Plegarse a lo que ha pensado él es impensable para algunas mujeres, aunque comprendan que es lo mejor para ambos. Darle la razón a él podría causar diversos síntomas: irritabilidad, dolor de cabeza, molestias menstruales, pinzamientos y malestar general.
En casos extremos se han llegado a describir cuadros de acné y pequeños sarpullidos, que lograban desaparecer tras encontrarse casualmente con el ex-marido mientras estaban convenientemente maquilladas, con un deslumbrante vestido de noche con generoso escote, y acompañadas de un joven musculoso que les abría la puerta de un brillante coche deportivo.
¿Se trata de algún tipo de virus que se contagia a través de los celos? Los más prestigiosos médicos y neurobiólogos no llegan a desentrañar la verdad de este portentoso enigma.
Mira Tarzán, yo creo que eso es bastante más simple. Hay determinados caminos que nos cuesta coger porque no sabes que te espera, miedo a lo desconocido. Más vale malo conocido, que bueno por conocer, que dice el refrán.
Puedes ver las cosas muy claras, cristalinas, pero ¿cómo vas a estar después de dar dicho paso? ahora sabes como estas, sabes como es tu día a día, pero si te separas, ¿cómo será ese después? desde si llegaras a fin de mes, a si vas a quedarte solo o sola el resto de tu vida... se te debe pasar de todo por la cabeza.
Nos puede la comodidad de lo conocido. A veces es preferible eso, por muy mal que nos vaya, a probar suerte en los desconocido, por mucho que nos prometan que va a ser mejor. La desconfianza es inevitable.
Que a una mujer se le pasen todos los males porque tenga un tío cachas al lado, no lo creo. Porque no hay tantos como para irse emparejando con las que se van separando. Y si fuera así de fácil se acabarían los males rápido. Ya saben los ex, contratar un tío buenorro para que reconquiste a su ex mujer y que deje de dar por saco. El estrés de la ruptura es lo que provoca esos síntomas. Sumándole el mal rollo que suele quedar cuando se rompe una relación.
(no es necesario registro).
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