Los jueces disculpan la violencia doméstica de los militares

    Cuando ya creemos que hemos perdido la capacidad de sorpresa, lees una noticia que te deja con la boca abierta y pensando si estas leyendo algo serio o es una especie de broma.

  Me ha ocurrido hoy al leer la noticia sobre una sentencia del Tribunal Supremo español, en el que quita importancia a un maltrato machista por haber estado luchando en Afganistán.

  Resumiendo: un hombre maltrató a su mujer en una pelea domestica. Lo que dio como resultado que se le denunciara y se le condenara. Ahora el Supremo se ha pronunciado diciendo que la pena es excesiva, en base a que este hombre hizo un buen trabajo cuando estuvo en Afganistán, incluso fue condecorado. Como en su trabajo tiene que usar la violencia, parece lógico que en alguna ocasión, se le vaya la mano en casa.

  Así que ahora los boxeadores, luchadores de sumo, fuerzas de seguridad, porteros de discoteca, etc, tienen justificación para que se les vaya la mano cuando estén con la familia. Porque al tener la costumbre de usar la fuerza bruta y la violencia en su trabajo, es lo más normal del mundo hacerlo extensivo a las 4 paredes de su casa. Hay que entenderlo. ¡¡Pobres!!

  Supongo que de la misma manera los cirujanos en un momento dado, se le pueden cruzar los cables en la cocina de su casa y ponerse hacer una operación allí mismo. Y un bombero puede provocar un fuego yendo hacia casa, como es lo que hace todos los días, en ese momento le puede apetecer apagar uno, y si no hay uno, pues lo provoca y santas pascuas. Si en esta vida todo tiene remedio, y por lo visto, ya tiene hasta justificación.


  Es sorprendente la justicia en este país. No entro en si ha sido una pena justa, excesiva o pequeña. Sólo me quedo con el dato, de que aquellos que se suponen que velan por nosotros administrando justicia, puedan caer tan bajo a la hora de justificar algo de esta índole. Da la risa. Claro que en este país de corruptos y ladrones, donde la mayoría están metidos en política, dirigen bancos y ocupan altos puestos de la justicia, sorprenderse es lo que menos debería haberme provocado. Si todos ellos están por la calle andando ahora mismo, es porque entre ellos mismos se defienden y se protegen. Así nos luce el pelo.

  Miedo me da cada vez que la justicia (así, con minúsculas y cursiva) se pronuncia sobre cualquier delito. Como todo el mundo sabe, algunos jueces consideran que las mujeres con minifalda van provocando y, por tanto, son culpables de haber sido violadas.

  Otros consideran violencia quemar un contenedor de basuras, pero no que una empresa multinacional con multimillonarios beneficios envíe al paro a miles de trabajadores.

  Otros jueces dictan que las promesas electorales no tienen rango de contrato, y, por lo tanto, no son de obligado cumplimiento.

 

Los soldados son mejores que los demás, y pueden permitirse ser violentos en casa

  Hoy nos enteramos de que, según el Tribunal Supremo, a los militares:

"les resulta exigible ese plus de moralidad o eticidad superior al del resto de los ciudadanos, y que conductas como la sentenciada -tan intensamente repudiada por la ciudadanía en el contexto de una sociedad democrática avanzada como la española- no contribuyen, precisamente, a poner de manifiesto".

 

  Me resulta repugnante que se considere que los militares, son, sin más, y por definición, moralmente superiores al resto de los ciudadanos. Portar armas y aprender a matar parece que otorga una mayor ética al que pulsa botones para bombardear poblaciones civiles y al que invade países para quedarse con sus recursos naturales.

  A la derecha puedes ver una de las pruebas del “plus de moralidad” de los militares yankees en Irak. Otra es la conducta en casa del soldado maltratador, agrediendo a una peligrosa insurgente (su mujer).

 

  En la misma frase comprobamos que el maltrato doméstico no es malo por ser una agresión a otra persona, ni por ser un acto violento (al fin y al cabo, los militares son moralmente superiores aunque ejercen la violencia), sino porque es una “conducta intensamente repudiada” en una “sociedad democrática avanzada”.

  Se deduce que nuestros jueces consideran que golpear a tu cónyuge no es un acto despreciable si se produce en otras sociedades. Quizá la esclavitud tampoco les parezca mal si se ejerce contra los negros, que, sin duda, consideran seres inferiores (Untermensch dirían los nazis).

 

“Señor Juez, yo no soy malo, es que me pintaron así”

  En todo caso, las justificación de la reducción de la pena se argumenta en que el maltratador es un militar condecorado y que en su trabajo utiliza la violencia de forma habitual. De hecho, es para lo que lo hemos entrenado y enviado al extranjero: a matar resistentes a la invasión (y civiles, de paso), a instalar un gobierno corrupto y a facilitar las prácticas de tortura de la CIA.

  El mismo argumento permite justificar otras actividades que antes creíamos malvadas:

• El técnico de explosivos no debe ser penado si hace explotar un edificio habitado. Para eso le han entrenado.
• El microbiólogo tiene perfecto derecho a difundir virus mortales; sólo está realizando experimentos a mayor gloria de la ciencia.
• El buzos y submarinista tendrá amnistía en caso de fraude fiscal. Al fin y al cabo, lo suyo es la economía sumergida.
• El ginecólogo podrá meter mano a cualquier mujer que encuentre.
• El urólogo podrá ir tocando los cojones a todo el mundo.
• El sacerdote podrá ir repartiendo hostias por ahí.
• El chófer podrá conducir a cualquier velocidad y en sentido contrario, si lo desea. Es su única forma de liberarse del estrés de los atascos.
• El físico nuclear podrá explotar bombas atómicas en ciudades. ¡Eso sí que les relaja!

  Lo llaman democracia y no lo es, lo llaman justicia y es un chiste malo.

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