Los Olores y el Deseo sexual 2

fer-doktor-informa    Seguimos comentando la influencia del olfato en el sexo, siguiendo el libro “Anatomía del Deseo”, de Simon Andreae.

  En el artículo anterior de esta serie comentamos los experimentos de Karl GrammerAstrid Jütte. Hoy hablaremos del:

Complejo mayor de la histocompatibilidad

  El biólogo Claus Wedekind, de la Universidad de Viena, investigó si los humanos podíamos elegir a la “pareja perfecta”, sólo por el olor.

  Antes de rasgaros las vestiduras, o argumentar que eso ya lo han descubierto los de Chanel o Cristian Dior, veamos lo que hizo Wedekind:
  Pidió a un grupo de hombres que llevaran la misma camiseta dos noches seguidas, y que no usaran lociones, comieran ajo, practicaran sexo ni otras actividades que pudieran afectar a su olor.

  Las camisetas sudadas era ofrecidas a un grupo de mujeres, a las que previamente había regalado un aerosol nasal para evitar la congestión, y un ejemplar de la novela El Perfume, de Patrick Süskind, con el objeto de hacerlas más conscientes de los olores.

  Hasta aquí, parece una repetición de los experimentos que comentamos en el artículo anterior de esta serie: los olores y el deseo sexual 1. La novedad es que el investigador ahora buscaba diferencias de olor entre unos hombres y otros, de manera que las puntuaciones de las mujeres podrían aportar información sobre la compatibilidad de ellos y ellas.

  A cada hombre y a cada mujer se le había realizado un análisis de los genes que codifican la resistencia a diversas enfermedades, conocido como el CMH (complejo mayor de histocompatibilidad).
  Resulta que los hijos de parejas con diferentes configuraciones CMH con más sanos que los demás, ya que entre la madre y el padre, le aportan resistencia a más enfermedades. Si la naturaleza es tan sabia como se dice, debería facilitar encontrar una pareja con diferente CMH, pero ¿cómo conseguirlo?

  El resultado del experimento fue indiscutible, aunque generó la esperable polémica: las mujeres elegían como más fuertes, placenteros y atractivos los olores de los hombres con un CMH diferente. Pero además, muchas de ellas dijeron que les había recordado al de sus anteriores parejas.

  Este último hecho puede leerse de dos modos diferentes: el olor nuevo les había gustado porque lo habían asociado al de su anterior pareja, o bien, su cuerpo había elegido a las parejas (y al hombre del experimento), precisamente porque su olor revelaba que eran genéticamente compatibles.

  Por supuesto, este mecanismo de elección de parejas es inconsciente, lo que resulta harto extraño, ya que supone que nuestro cuerpo es capaz por si mismo de conseguir los mismos resultados que una costosa prueba genética.

  Pero este concepto no es tan extraño una vez leído el libro “Batallas en la Cama”, de Robin Baker, al que hemos dedicado varios artículos, como el de los espermatozoides asesinos. Baker sostiene que el cuerpo del hombre es capaz de decidir la cantidad que eyacula según factores externos. Y que la mujer es capaz de adelantar una ovulación si ha encontrado una oportunidad de copular con el macho adecuado.


tarzan-dice  Supongo que muchos de los hombres que se apuntaron al experimento de Wedekind al oír que era sobre sexualidad, se sintieron decepcionados al saber que tenían que estar un par de días “de secano”.
 
  Los estudios de Wedekind nos llevan a una conclusión muy aventurada: existe la media naranja (por no decir el príncipe azul). Si en el anterior artículo de esta serie hablamos de la Cenicienta y la dualidad sapo-príncipe, vemos que la sangre azul de la nobleza ataca de nuevo.
 
  Resulta que no elegimos a nuestras parejas porque sean guapas, tengan buen tipo, sean cariñosas o tengan éxito socioeconómico. La clave está en el olor, o mejor dicho, en lo que el olor nos revela sobre su compatibilidad genética.
  Da igual que seas un firme partidario de la vasectomía o la ligadura de trompas; es indiferente que no puedas permitirte tener descendencia porque estás en paro en medio de una crisis económica brutal. Aún así, tu cuerpo te va a decir a quién debes escoger, basándose sólo en que los hijos (que no vas a tener) dispongan de la mejor dotación genética para enfrentarse a los gérmenes
 
  Al menos podemos suponer que la pareja ideal no es una sola, sino toda una gama de personas que complementen nuestros genes. Eso nos deja algunas oportunidades más de equivocarnos al menos un par de veces en la vida. O sea, no existe estrictamente la media naranja, sino el medio naranjal.

  No olvides leer la primera parte: Los olores y el deseo sexual 1.



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